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JUGADOR RODILLA

Articulaciones. Palabra clave en el diccionario de cualquier jugador de pádel. Aunque no se trate de un deporte demasiado exigente y una disciplina abierta a todas las condiciones físicas, el pádel puede ser duro con las articulaciones: movimientos rápidos y constantes, giros o posturas imposibles al golpear la bola pasan factura sin una buena preparación. Hombros, codos, rodillas. Están en el punto de mira de las lesiones. Éstas abarcan un amplio abanico, desde luxaciones o torceduras leves hasta roturas. Habitualmente, los aficionados al pádel tienen que enfrentarse a lesiones de rodilla relacionadas con meniscos o ligamentos:

Esguince de ligamentos: los sobreesfuerzos que conllevan algunos puntos pueden pasar factura. Una pelota a la que llegamos tarde o un cambio de trayectoria brusco en carrera pueden provocar que los ligamentos se estiren de un modo demasiado agresivo y acaben por lesionarse. ¿Consecuencias? Inflamación, pérdida de capacidad de movimiento y, cómo no, dolor. Un nombre propio: ligamento cruzado anterior. Une la tibia y el fémur y su lesión suele acarrear el deterioro de los meniscos.

Condromalacia rotuliana: detrás de este enigmático nombre se esconde una lesión habitual. En este caso, el cartílago que tenemos detrás de la rótula es el principal afectado. Está causada por la fricción de la rótula y el fémur producida en los movimientos de la rodilla. Llega acompañada de dolor y tensión local.

Problemas de menisco: el menisco es un cartílago, una especie de almohadilla de forma redondeada, presente en el interior de las articulaciones. Es una de las áreas más susceptibles de sufrir lesiones, ya que tiene un papel muy importante protegiendo la rodilla. Una mala caída tras un salto puede dañarlo y mantenernos alejados de las pistas por un tiempo.

¿Qué hay que hacer en caso de lesión? El primer paso es aplicar sentido común y parar la actividad inmediatamente tras sentir las primeras molestias. Es recomendable aplicar frío sobre la zona lesionada durante algunos minutos para bajar la inflamación y ponerse lo antes posible en manos de profesionales que valoren el alcance de los daños.

Para no tener que pasar por la consulta, hay que prevenir. Sigue la regla de oro de cualquier deporte: preparar el cuerpo antes de someterlo a tensiones propias de la práctica deportiva. Como en cualquier otra disciplina, es recomendable ponerse en marcha de modo suave, con una sesión de calentamiento de unos quince minutos. Además,  estirar tras la actividad y usar un calzado de calidad son otros dos secretos para salir de la pista sano y salvo.